viernes, 28 de enero de 2011

Encontrarte

Estoy buscándote. No me importa nada más. Me aventuro a los lugares más bajos, a las mentiras más falsas sólo porque estoy buscándote. Me interno en los lugares más extraños, de esos lugares que están al revés en la lógica, porque sé que tú no estás en un lugar que tenga lógica. En realidad no tengo idea de dónde puedas estar, sólo hago suposiciones. Te busco tranquila, te busco despacio y, sin embargo, no se puede decir que la vida pase y mientras yo te busque... más bien, en mi vida, lo único que hago es buscarte, lo demás, son accesorios. Ya estando completamente sola, desligada de familia y amigos, desligada de todo excepto de mí, reviso ese lugar. Las aulas son grandes y están llenas de gente, pero tú no estás ahí; lo sé desde que entro, porque no te busco con el cuerpo, te busco con el alma, con algo más profundo que el alma y, mala suerte, no te siento. Entra un hombre al aula y pide a todos que se tomen de las manos. Nos hace preguntas cuya relevancia no encuentro, así que me escabullo hacia una puerta y me escondo en otra habitación. Ahí había un cocinero sin comida. -¿y por qué no tienes comida?-, -sí la tengo- me dice él, -sólo que no la puedes ver, es invisible-. Qué extraño... si su comida es invisible él debería serlo también, porque un cocinero no es cocinero si no cocina. -Pero sí soy invisible- y se desvanece frente a mí. Ahora también tengo que salir de aquí, estoy detrás del aula donde me buscan, espero a que todos se vayan para irme yo también. Salgo por una pequeña puertita. Afuera veo a una señora de intendencia limpiando; me alarmo, me mira y se avalancha hacia mí para detenerme, yo me defiendo, la tiro al piso, quiero salir corriendo, pero no me deja; ya tirada, me coge de los tobillos, así que me volteo, la tomo del cabello, levanto su cara y le propino tres golpes no muy fuertes en la cara, ella sigue luchando, y mientras la sigo golpeando veo, extrañada, a su hija adolescente sentada en una silla, leyendo, con mirada fría, como si su madre no le interesara. Me entristesco al ver eso, pero deseo seguirte buscando, así que por última vez la azoto en el piso y veo cómo la sangre salta de su rostro y cae al suelo. La dejo tirada y corro por un pasillo largo que llega hasta la salida. Al salir me doy cuenta del bullicio que se está armando adentro, prefiero huir, sé que no estás ahí, y deseo seguirte buscando. Camino por la calle, esa calle donde se percibe un aroma a urbanidad pura; reparaciones en el pavimento hacen que la gente camine muy cerca de los autos, sólo separados por una malla. Hay mucha gente es sus autos, mucha gente caminando y yo... simplemente estoy sola. No sé dónde puedes estar, no sé nada de tí. Sé bien que no me conoces, ni yo a tí, lo único que sabemos el uno del otro, la una de la otra, es que estamos en algún lugar, y que el destino juega con nosotros, dejándonos leves pistas, (en el rocío, siento tu aroma), para poder encontrarnos.

Dedicada a tí, aunque sé que nunca lo verás, no por el contenido, sino porque aún te recuerdo.