domingo, 31 de octubre de 2010

¿A qué hora vienen los muertos?


¿A qué hora vienen los muertos?, es que ya me voy a acabar sus m`n`ms... o vienen o me los como todos.

lunes, 25 de octubre de 2010

La biblioteca

Ayer pasé todo el día en la biblioteca Vasconcelos. Sentada en una silla ergonómica bastante cómoda, hacía traducciones de latín sobre una mesita de madera que, por la escasez de visitantes, era toda para mí. Extendí todos los cuadernos y libros que traía y sin darme cuenta ocupé la mitad de la larga mesa. Comenzó a hacer frío; entraba mucho viento de uno de los balcones y, aunque al principio era un viento refrescante, empezó a molestarme. Hace poco descubrí que la parte menos fría y solitaria de la biblioteca es el último piso. Me cambié de lugar; ya arriba, calientita, terminé mis traducciones. Me faltaban aún muchas cosas pero tenía bastante hambre y tuve que salir a comer dos bollitos con jamón y queso que preparé en casa. Afuera el sol menguaba, el viento soplaba y la gente seguía entrando a la biblioteca (no a caudales, eso está claro). Sentada bajo un árbol en lo que pretendía ser una fuente observé familias completas entrar con sus hijos felices a la biblioteca. Los niños saltaban y jugaban, se emocionaban con unos chicos que jugaban con una pelotita decorada con plumas. Estaban ahí porque vendían las pelotitas y su método publicitario les funcionaba muy bien. Por lo menos cinco personas les compraron una pelotita en los 30 min. que estuve ahí. Observaba y pensaba. Estuve muy tranquila y fresca, me sentí feliz. Pensé que quería dibujar eso... el patio de la biblioteca, los árboles, los juegos, los niños, la tranquilidad... lo que sentía. Lo haré algún día.
Regresé adentro y terminé mi trabajo. Salí a las 7 pm, tenía hambre y la boca muy seca, pero conservaba la sensación de que todo ese día había sido perfecto... :)

lunes, 13 de septiembre de 2010

LUNA SUIS AMICIS SALUTEM

Me invade una extraña tristeza, un sentimiento de vacío, de muerte. Anoche vi un sueño que prueba, querido andar del lobo, que justo lo que sucede en un sueño es mi interior. Créeme que no me mueve a escribir esto el afán de contradecirte, tú sabes que soy tu eterna admiradora.
A ti, querido Adonis, debo agradecerte el haber esclarecido la naturaleza de sueño, traté de estudiarlo durante noches y más noches, pero desde ese día que lo ví, no quiso volver a aparecer frente a mí. Despertar es morir, ya lo dijiste tú, porque la vida es sueño, el sueño es vida, despertar es muerte y la muerte es renacimiento.
Sueño ya se ha enlazado conmigo, le ofrecí un caldo de cultivo bastante rico y tomó presurosamente de todo; ahora sólo estamos él y yo, pintados con los mismos colores de los dulces ácidos e impregnados del mismo sabor frutal insípido. Llena de... nada me hizo guíar a parientes desconocidos y poco importantes a lo largo de un camino de asfalto cuberto con puentes en todas partes. Todo era solitario, oscuro, debajo de los puentes inspiraba peligro, yo caminaba despacio, con miedo, pero realmente no me importaba si algo me hacía daño, sólo quería llegar a mi destino. Llegué a un parador debajo de un puente; ahí me esperaban dos autos para continuar el camino. Encendí los dos y, al mismo tiempo, los moví para que estuvieran listos cuando todos regresaran. Yo esperaba a mis parientes que atendían no sé qué asuntos y noté que Sueño vistió de regaettonero a un joven que estudia Química farmacéutica en la UNAM y lo puso frente a mis ojos con un bebé recien nacido en brazos. Me pareció raro porque llevaba una gorra de Winie Pooh, así que me acerqué. Ya junto a él, pude ver al bebé envuelto en un cobertor morado. El bebé se veía tan indefenso, tan inocente que quise tenerlo en mis brazos, quería obtener de él un poco de su inocencia, de su vida pura y joven, de su espíritu incorrupto. El joven regaettonero accedió a dármelo. Lo cargué por un momento, escruté su rostro buscando el secreto de la vida, pero por alguna razón no podía encontrarlo. Le quité el cobertor, lo acosté en una mesilla que estaba cerca y lo escruté con mayor desesperación; no había nada que yo pudiera extraer. Descepcionada y aún más vacía de lo que ya estaba, lo envolví de nuevo en la cobija morada. Al terminar, me di cuenta de que el cobertor que inicialmente era de algodón se había convertido en plástico morado y de que había envuelto totalmente al bebé en él. De un instante a otro supe que lo estuve asfixiando todo ese tiempo y tenía la esperanza de que aún su aliento viajara por su cuerpo, quizá un último aliento, sólo quería verlo respirar su inocencia, quería ver pasar su espíritu una última vez. Ví la silueta de su carita detrás del plástico, éste se movía de arriba hacia abajo ya con mucha dificultad. Lo desenvolví rápidamente. Sus ojos estaban inmóviles, tenía una mueca de desesperación, estaba quieto; su piel, antes tersa y limpia, se había cubierto de un tinte morado y manchas rojas inundaban su rostro; lo tomé entre mis brazos de nuevo, quise que despertara, sentí sus piernitas mojadas... era un muñeco frío y sin vida. No podía seguir viéndolo, cada instante frente a él me recordaba mi propia muerte, su rostro cianótico se había internado en mi pobre espíritu ya agonizante. Lo cubrí de nuevo con el plástico y Sueño hizo que yo, como el niño, muriera.
Desperté invadida de una "extraña tristeza, de un sentimiento de vacío, de muerte"...
Amigos queridos, el niño murió sin que yo pudiera ver su espíritu, sin que pudiera transmitirme algo de su pureza y su inocencia. El vacío y la tristeza que siento se deben a que no pude ser un receptáculo adecuado para todo lo que él me ofrecía. En estos casos uno se pregunta si realmente es un ser digno de la vida, o un ser digno de la muerte, o un ser digno del renacimiento... si realmente es un... ser.
Sin más que decir: Amo vos, dulces sueños...

viernes, 3 de septiembre de 2010

LUNA AMICIS SUIS SALUTEM

He vuelto a soñar. Estaba tan preocupada porque desde hacía semanas ningún sueño se me había aparecido; y es tan importante para mí soñar... me gusta tanto como la vida, pero de otra manera. Los sueños son un espejo de mi interior... ¿un espejo?, un momento, SON mi interior hablando fuerte y claro. En ellos puedo ver nitidamente eso que sé que existe pero que no puedo describir ni definir. Es una paradoja: "puedo ver nitidamente algo que no es ni está claro para mí...". Sí... volví a soñar, pero esta vez fue un poco diferente. He reparado en que yo no soy quien sueña... bueno, claro que dicho de esa manera se oye tonto e ilógico; dirán: "si no eres tú, ¿entonces quién?", pero verán: yo no puedo hacerlo... es algo que simplemente sucede, y de las más variadas formas. Creo que el hecho de que soñar sea un verbo personal responde sólo a que es un suceso íntimo, del que nadie más se entera, excepto el huésped, ese donde se aloja el sueño sin permiso ni aviso, es decir, el sujeto no es quien lo realiza, sino quien se entera de que sucede; en algún momento, el sueño (porque así se me hace más cómodo llamarle dado que no tengo más elementos descriptivos para darle otro nombre) se introduce en el huésped que ha elegido. Evidentemente, se trata de un ser primigenio, uno que acaba de surgir del mundo de las partículas sutiles, o que acaba de salir de él... quiere convertirse en algo nuevo... crecer, desarrollarse, tal vez, o quizá, sólo le gusta observar y crear. Elige un huésped y entra en él. Entre sus particularidades está que puede pintar, dibujar, plasmar... plasmar en todas direcciones y de todas las maneras, con todos los sentidos y con todas las herramientas que le da el huésped. Así, de ese mundo desordenado en el que ha entrado, él obtiene una armonía increíble, jala un color de aquí, un sentimiento de allá, arrastra un deseo de este lado, y un miedo del otro. Pinta aquí tus ojos para que puedas ver y verte, saca a tu mascota de la infancia o a aquella que viste pero que has olvidado, jala las nubes, los edificios, los autos... llena de frustración un ecenario... llena este otro de locura: es una obra maestra. Y de pronto ya tiene un bosque totalmente vacío o el mar inmenso asustándome con una tormenta y mis ojos sobre él. Arrastra a las personas hacia mí... quizá a una sola, arrastra colores inimitables, aromas no recordados, arrastra la vida misma ante mis ojos. Y noto que se divierte... lo sé porque anoche lo sentí... sentí que lo hacía, sentí que no era yo, era algo más. Noté que corría de un lado a otro sin ningún obstáculo, se movía como en su lugar, acomodando cosas aquí y desordenando cosas allá. Sin que me viera lo seguí, porque él puso mis ojos ahí y los dejó libres para mostrarme su obra, pero no se cubrió lo suficientemente bien. Lo ví y sonreí... era simpático. En cuanto vio que lo veía a él y no a su obra, se ocultó y borró mis ojos. Desperté. Hubo un instante... ese intante en el que recuerdas y sabes que al siguiente segundo olvidarás lo que pasó... no lo permití, repetí las imágenes, las convertí en ideas y las seguí repitiendo hasta memorizarlas. Ahora ya casi no queda nada del recuerdo real, se ha ido borrando poco a poco desde que desperté, sólo me quedan las ideas. Lástima por eso. Ahora sólo quiero volver a ver suceder un sueño. Fi somne meo... Descansen queridos amigos y que sus noches se llenen de sueños.

lunes, 12 de julio de 2010

Flores moradas




Las dos nacieron y crecieron en Puebla; una de ellas quizá agoniza en asfalto frío, papá la cortó accidentalmente mientras podaba las plantas, y la otra posiblemente descansa en la placita poblana en la que la encontré.

De paseo en una placita poblana

sábado, 26 de junio de 2010

A Nadie

No sé exactamente por qué te miré, por qué me pareciste... así, de esa manera que no puede explicarse con palabras. Entrabas al salón muy temprano con ese aire indiferente, llevabas el cabello amarrado pero se notaba que era lacio. A veces te veía entrar, a veces no. A veces sólo te veía mientras me acercaba a la puerta del salón, trataba de mirarte disimuladamente, quizá sólo un instante pues siempre tenías esa expresión severa y después me dirigía a mis amigos, a esos niños tan simpáticos y normales.
De pronto en la clase escuchaba tu voz, sabía que eras tú, lograba distinguirla entre todas pero no me atrevía a mirarte. Una vez me atreví y tú te quedaste con la mirada fija en mis ojos, estabas completamente serio, no gesticulabas, tus ojos tenían algo extraño, y eso extraño me asustaba, sentí cierta hostilidad, pero no era hostilidad, era otra cosa, era algo atrayente y aterrador. No pude sostenerte la mirada por mucho tiempo, agradecí que entrara el maestro. Mi corazón latía rápido. Y pasado el tiempo comenzaste a tratarme, a mostrarme que había más en esa mirada, te hiciste amable, gracioso y me inspirabas algo de desconfianza. Eso en tu mirada nunca desapareció. Lo tenías cuando me abrazabas... las primeras veces yo me quedaba quieta e inmóvil, sonreía nerviosamente, no sabía cómo decirte que me incomodaba que hicieras eso... pero la verdad no quería decírtelo, me incomodaba porque me agradaba. Amaba que platicaras conmigo, que lo hicieras con tanta curiosidad, tú querías saber qué cosas había dentro de mí y yo nunca he sido buena conversadora, ahora creo que no decía cosas coherentes ni tampoco impresionantes para ti. Pero eso no importaba, tú sabías leer mis ojos, lo supiste desde siempre, sabías mejor que yo lo que estaba sintiendo, y ¿sabes amor? eso me asustaba y a la vez era lo que hacía que comenzara a amarte. También amaba tus palabras y tus silencios, tus sonrisas, cuando salían de ti, y esos momentos tuyos de locura. Cuando te separaste de mí quise atenuarte, quise pensar que no era nada, que no eras nada, que no eras nadie. No pude. Caminaba sola con mi mente a tu lado y tu estado de ánimo era el mío. Pude desprenderme un poco y después lo hice de tajo como siempre en esas situaciones. La segunda vez que me enamoré de ti ya no fue por curiosidad. Eras tú, eran tus ojos siempre vivos, tus preguntas, era yo, eramos los dos, eran esas clases aburridas que nos daban la oportunidad de conversar... nunca he sido buena conversadora, pero tú siempre me has mirado a los ojos. Nunca dejaste de darme un poco de miedo, ni siquiera cuando bajo la sombra de ese árbol me dijiste que tú me apreciabas mucho (sabías que me daba miedo, por eso dijiste "te aprecio muchísimo" y no, "te quiero muchísimo" para que no se me hiciera la situación cada vez más extraña) y, sin embargo, en ese ambiente enrarecido (porque todo era raro ahí, todo era como de otra dimensión, creado con magia, con algo desconocido), yo no podía ignorar que amaba esos ojos que me miraban, que amaba esa magia que creabas, que te amaba a ti, fuente continua de una vida rara, una vida que tiene algo de muerte, una vida que hoy amo. Hoy te amo... desde aquí, en donde quiera que estés...

jueves, 24 de junio de 2010

Anatomía facial


Esta es una copia de una lamina de los músculos faciales que encontré en el Anatomía Humana descriptiva, topográfica y funcional de Rouvière Delmas. Con ella no violo ninguna ley ya que la hoja dice: "Fotocopiar sin autorización es un delito" pero no dice que copiarla lo sea.
Lo que me animó a realizar un dibujo biológico como dios manda es: primero, que mi hermana empieza su internado este domingo y la verdad (aunque no quisiera empezar con sentimentalismos, pero es necesario para decir la razón que me animó a hacer el dibujillo) la quiero mucho y la admiro mucho también (porque la verdad yo no me atrevería a trabajar TODOS los días durante un año con tres noches a la semana); segundo, porque recordé que el señor Apocalipsis desea estudiar medicina algún día (bueno, psiquiatría) y tiene que empezar con el estudio de Anatomía. Espero que para algo más sirva la laminilla, aparte de divertirme y entretenerme un rato.
Y por cierto, ésta es la primera vez que hago bien un dibujo biológico... tenía la materia en la vocacional, pero siempre copiaba todo con papel carbón y entregaba mis dibujos todos manchados por el carbón y la verdad muy malechotes. El maestro me ponía diez sólo porque era un pervertido...

Conciencia ecológica

El link de abajo lleva al trabajo de unos amigos que estudian comunicaciones. Con sus spots buscan crear conciencia ecológica y creo que su trabajo es muy valioso. Chéquenlos y póngamos manos a la obra para detener el cambio climático.

nadadenadaosi: spot para propaganda 3#links

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lunes, 21 de junio de 2010

Neuma y Logos

Del amor a la filología, estás lúcido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido, pobre preadamita de snak-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is a plastic's age, man, a plastic's age. Olvídate de las perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes de permitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, una mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar en él dejándolo entrar, neuma y no logos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una cultura de tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza bien sabida, los períodos artísticos, el románico y el gótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Webern, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien. Era una pequeña librería de la rue du Cherche-Midi, era un aire suave de pausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo (en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita, madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelure d'oignon a un café de Sèvres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembarcada, HANDLE WITH CARE, y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atala pero con un tigre auténtco esperando detrás del árbol). Y así Sèvres se fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d'oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a desearnos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos, de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, París danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos eramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...
Horacio, Horacio.
Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.


Y aquí termina el capítulo 93 de Rayuela. La Maga, la chica de la que habla, Babylone, es neuma y Horacio es Logos... paradojicamente Horacio busca ser neuma, por eso busca a la Maga; sin embargo no lo logra... no pasa de su cuerpo, de su risa. :) Me gusta.

martes, 15 de junio de 2010

... las Perras negras... otra vez

... Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante! Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes, si la cosa fuera posible. ...

Otro fragmento del capítulo 93 de Rayuela... espero que no sea aburrido. Pronto publicaré el final. Hoy debo estudiar.

lunes, 14 de junio de 2010

Palabras, perras negras, me mordisquean y se apoderan del mundo... a veces son tan molestas.

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en una ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos y los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdóname. Me estás alcanzando una manzana y yo dejé los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero. Fíjate. Pero fíjate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. [...] De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res...


Es un fragmento del capitulo 93 de Rayuela... uno de mis favoritos. Está incompleto para no aburrir a nadie y porque ya debo irme a cenar para dormir. Luego continuará, por aquellos que quieran sabe qué sigue y para no dejar la idea incompleta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Respirar profundo

Quería respirar profundo; pensé que así se mitigaba un poco el dolor de pecho, el dolor de garganta, el dolor de cara, ese dolor que se instala en los músculos laterales del cuello, que va de los hombros a la cabeza y que se continúa en los ojos. Malditos dolores, respirar sólo los ahoga, no los apaga. Pensar... pensar... no sé qué los provoca, a veces me dan risa, una risa inexplicable. Y entonces me descubro con esa sonrisa torcida... la mitad de la boca sonriendo y la otra sólo sintiendo el dolor. Parece que ya pasa pero no pasa... y ya mejor me callo, si no hay quien dice que lo mío no es un blog, sino un traumablog. MMM. No es que no tenga cosas buenas que escribir, las tengo, pero esas no quiero sacarlas de mí. En cambio las malas es necesario escribirlas para purgarme un tiempo. Quizá sí nos parecemos un poco, en lo quejumbrosos.

domingo, 23 de mayo de 2010

Linea de meta

Nunca en mi vida me imaginé haciendo alguna clase de ejercicio. Siempre pensé que eso era algo pesado, doloroso y para nada placentero. Algunas personas trataban de animarme para que empezara rutinas de ejercicio sencillas dizque para el dolor de rodillas, para estar más activa durante el día, para controlar mis problemas de riñones y pulmones y sobre todo para controlar mi estres. Por supuesto me importaba un cheto lo que me dijeran, algunas de esas personas ni siquiera practicaban un deporte, así que para mí no tenían credibilidad. Sólo unos cuantos me lo recomendaban con verdadero conocimiento de causa, pero no podía entenderlo. Lo que me obligó a seguir esas recomendaciones fue una mano que cambiaba de piel cada dos días... la piel moría, se abría, volvía a salir piel nueva pero tan delgada como el papel cebolla, me ardía, me daba comezón y no podía hacer casi nada con esa mano. Lo decidí después de haber ido sin resultados con una dermatóloga y con un inmunólogo. Probé varios tratamientos, el que seguía eran terapias de interferol. Decidí probar si mi alergia en realidad era dermatits nerviosa. Efectivamente, mi amiga Chantal me invitó a la pista de calentamiento, y aunque Geno, la entrenadora, me recibió con mucha calidez yo aún no confiaba mucho en esas cosas. Los primeros días fueron sólo dolor, descubrí músculos que no sabía que tenía. Entrenaba dos veces por semana, aunque admito que falté muchas veces por tarea, desvelo o simplemente flojera.
En algún punto comencé a disfrutar ese dolor, ese pensar que ya no podía cuando estaba corriendo, ese perseguir mi sombra para no parar, ese sentir que mis pulmones no son tan fuertes como para hacer eso. Lo interesante es que cuando entrenas tienes este tipo de pensamientos, y a pesar de todo, sigues, y no sólo sigues, aumentas tu velocidad, te esfuerzas más, llegas a pensar que vas a vomitar el estómago, y buscas nuevas y mejores técnicas... mejoras tu respiración, descubres tu paso, tus límites y de pronto alguien te dice: ¿vas a entrar a la carrera?... con dudas, dice uno que sí. Cinco kilómetros, dices, pues no es tanto... lo pruebas, corres seis en algún entrenamiento... no está tan mal, terminas cansado, pero sí lo logras. La entrenadora y los compañeros te animan... no te preocupes, dicen, vamos a participar, no a competir. Te tranquilizas. Y la carrera transcurre sin contratiempos, en lo general muy bien... la cortina de agua está riquísima, el agua que te dan en las ampolletitas también, te refresca la garganta, casi no hay competidores al mismo tiempo que tú. Corres sin presión, a tu ritmo, sabiendo que tu mejor amigo también lo está haciendo y que terminando la carrera irán a casa y comerán felices, o por lo menos, tranquilos.
Al otro día, otra carrera que te pagó tu hermana. Ahí estás sola, no conoces a nadie, hay muchísimos competidores. Calientas y cuando te sientes lista vas a la linea de salida, ya hay mucha gente adelante de ti, pero no te importa, sólo vienes a correr. Se respira un ambiente festivo, da inicio la carrera, corres a tu ritmo, sin embargo aumentas la velocidad porque la adrenalina del momento te lo permite. Ves el mar de gente que hay en frente y atrás de ti, muchos de esos corredores tienen piernas fuertes y largas, los ves rebasar, avanzar y tú continúas... te moderas para no gastar todas tus energías. En la espalda de todos los competidores ves el lema ese que de hecho, fue el que te llevó hasta ahí: "Corre por tu vida". Lo piensas... (porque es otra de las cosas lindas que tiene correr, te concentras fácilmente para pensar y cuando piensas, el recorrido transcurre rápidamente), sí, yo estoy corriendo por mi vida. Entre el km 3 y 4, atrás del estadio de meta oyes que ya ha llegado el primer competidor, la gente grita y comienza a tocar el grupo en vivo que contrataron con los 200 pesos que pagaste: "Celos de tus ojos cuando miras a otra chica, tengo celos, celos". Ya quieres llegar, ves el letrero de 4 km y te emocionas porque ya sólo falta uno, aumentas la velocidad y extrañamente, casi no te pesa; antes de llegar al paso a desnivel ves una cámara y sonríes al pasar, estás afuera del estadio, las porristas del politecnico (no sabía que el politécnico tenía porristas) hacen una rutina mientras recitan el HUELUM, alcanzas a reconocer una cara entre ellas: Lorena, una compañera de la vocacional que tenía toda la finta de porrista. Entras al estadio, te emociona ver tanta gente en las gradas, le estás dando la vuelta a la pista, llegas a la recta final, tu familia te grita desde las gradas y tú te emocionas, corres aún más rápido de lo que ya ibas, en la meta gritas y levantas los brazos para la foto, en el área de recuperación sigues caminando, sonríes, estás llena de endorfinas y adrenalina, eres completamente felíz. Te gusta tu medalla, es el escudo del IPN y te gusta, pides bebida electrolítica sabor naranja, te dan agua, fruta y dulces, los patrocinadores te dan folletos y obsequios. Sales del estadio y aún con cierta torpeza te diriges a las gradas... y te dices: "Esto es padrísimo, ¿por qué no lo había intentado antes?

viernes, 21 de mayo de 2010

Hace mucho, mucho tiempo

No podía dejar de llorar... podía estar sola y calmarme; a veces sentía una pesadez en el pecho, en el estómago, en algún lado. A veces simplemente me sentía loca, totalmente loca, desesperada, si no tuviera ese pseudoaparato moral que me instalaron mis padres hubiera podido matar a alguien, o tirarme de las escaleras, yo qué sé... pero si alguien me veía (no sé cómo tendría la cara) y me preguntaba qué tenía, sólo podía estallar en un llanto imparable, recuerdos, muchos recuerdos, confusión, estupidez, desgracia, pendejez, mucha tormenta (bueno, hoy pienso que fue una estupidez... pero qué hacerle, cuando está tan cerca se ve tan importante... y tal vez sí lo es, no lo sé, hay que ver las concecuencias para saber si algo malo es realmente grave e importante). Aquellos, que en ese tiempo eran una colectividad para mí, querían que dejara de llorar. Estaba dispersa, no quería pensar en nada, bloqueaba ciertos pensamientos... quise estar un poco ebria; me levanté, lo tomé de las manos y comencé a dar vueltas hacia un solo lado, iba a toda velocidad, se convirtió en mi punto de equilibrio, no tenía miedo de caer y golpearme, giré y giré lo más rápido que pude, reí, reí y seguí riendo mientras giraba, deseaba dejar todo lo que tenía dentro en esa risa desesperada y loca, deseaba reir y sufrir en ello... deseaba entrar en éxtasis, quería ser una bacante y despedazar un cabrito con las uñas y los dientes. Sentía el aire y la luz de la tarde, seguía girando y gritaba "¡¡¡Más rápido!!!, ¡¡¡más rápido!!!" y aquel sabía que caería, pero aún así atendió a mi petición. Yo sabía que caería, esperaba el momento mientras reía... finalmente caí. No experimenté dolor físico, de hecho tampoco emocional... mientras duró la risa loca y el mundo daba vueltas sólo sentí lo que sentían las bacantes al ver venir a Dioniso con su pene erecto... me extasié. Quise volver a hacerlo

miércoles, 19 de mayo de 2010

Galleta





Este pequeño individuo felino, en nuestro imaginario familiar, fue algún día, en sus meses de infancia, una hembra. De nombre le pusimos Galleta por su color que evocaba mucho al de una Galleta. Chillaba todo el día y todos los días, le gustaba rasguñar y era más huraña de lo que fueron todos los gatos que hemos tenido. Todo lo atribuíamos a su género (lo que admito, era una suposición machista... y bueno, lo machista de mi familia es otra historia), mi mamá no la dejaba salir de la casa por miedo que perdiera su virginidad; cuando halló la forma de salir, mamá, papá y mi hermana decían que era un zorra (lo cual me molestaba mucho). Hace poco, la pobre caminaba por el bosque, y con su bastón golpeó a dos serpientes que copulaban, separándolas. En castigo a esta afrenta, la diosa de la tierra la convirtió en macho. Ahora mamá lamenta mucho el incidente, en secreto deseaba que tuviera gatitos y que los llevara a la casa, pero eso nunca pasará, porque la diosa decidió que no la regresaría nunca a su género original; algunos lo llaman Galleto, otros Galletín y yo le sigo llamando Galleta porque no me acostumbro a su cambio de género. Lo bueno de esto es que Galleta macho ya tiene permiso ilimitado para salir de casa y vagar todo el día y la noche (privilegio que no se concede a ninguna hembra de esta casa).

domingo, 16 de mayo de 2010

Arroz con leche

Las abuelitas dulces generalmente hacen cosas dulces y ricas. Paseando por el blog de una amiga de mi novio (me cae muy bien, pero lo digo así para no mentir diciendo que es mi amiga si aún no lo es) vi un relato de sus recuerdos con sus dulces abuelos y decía que recordaba el delicioso arroz con leche que le preparaba su abuela... fue lindo, su abuela era un prototipo perfecto de la abuela tierna y hasta se me antojó tener una así.
Mamá fue hace unos días por mi abuela para que pasara una temporada con nosotros, como frecuentemente lo hace. Mi abuela vive con una tía con la que, cómo decirlo, mamá no se lleva muy bien desde hace unos años. Después de los saludos apresurados con tono hipócrita y justo antes de que mamá saliera huyendo con mi abuela, mi tía le dijo -¿no quieres arroz con leche que hizo mi mamá?- y ante el silencio indeciso de mamá, mi tía se apresuró a decir -es que si mamá se va, nadie aquí se lo va a comer-. Mamá asintió. El arroz con leche llegó a casa en un envase de yogur y pasó un día en el refri. Mi hermano tuvo antojo y lo abrió... por alguna razón no se lo comió, no dijo nada, sólo lo volvió a dejare en la refri. Ahora que se fue la abuela, volvimos a abrirlo y nadie podrá creer lo que encontramos: era una masa informe, como si hubiera molido y sobrecocido el arroz, ahí no había leche, era una especie de suero acuoso color café. Nadie quizo probarlo, mi hermano dijo que estaba así desde que lo vio.
Mamá, como siempre, dijo que mañana lo repartiría entre mis hermanos y yo y que todos lo comeríamos... yo espero que no lo cumpla, aunque quizá no sea tan malo como cuando nos hizo comer hígado de res echado a perder.

jueves, 13 de mayo de 2010

Sentir

Y ahí está, la gotera de todos los días en la ventana; afuera llueve y yo no puedo salir, dicen que me enfermo, todos los días lo dicen... no lo sé, nunca lo he comprobado. Además ellos dicen muchas cosas, y no sé si creerlas todas. Paso el día con la frente pegada a la ventana, miro hacia afuera y sólo veo lluvia y el mar agitado. A veces está tranquilo, se porta piadoso con mi mente que ya de por sí es tormentosa. Otras veces embiste las rocas violentamente y el sonido... el sonido..., no lo sé, me destruye pero también me tranquiliza, me hace pensar que está vivo y que yo también lo estoy.
A veces pienso en dibujar algo, como los humanos; hay papel y crayones en el escritorio en el que me siento a contemplar por la ventana y a ratos los tomo y visualizo algo en mi mente, pero sólo logro imágenes borrosas. Los suelto. Jamás dibujaré nada.
En las tardes entra ella y me dice que me ama pero yo sé que no es verdad, no es posible, tendría que ser humana para poder hacerlo. Lo mejor es mirar el mar; es inmenso y me aterra, desde que tengo memoria.
Anochece... la luna brilla a lo lejos y recuerdo ese día que estuve sola a orillas del despeñadero, quería ver el color rojizo del mármol. No pude, el mar subió y me tragaron sus aguas; me ahogué. Mejor dormir o no habrá día de mañana.
Otro día lluvioso, salgo hacia el gran lago de aguas negras y aquí estoy, parada en la orilla. Sólo hay un lado con costa, todo lo demás es la inmensidad del horizonte. Hace mucho viento y ya está atardeciendo; el cielo se ve rojo intenso. Estoy sola, hay mucha gente, mucha, pero estoy sola. Desde aquí puedo ver el muelle, los maderos están casi podridos y me sorprende que aún exista siendo tan largo y tan angosto y teniendo ningún soporte.
De pronto siento una mano que toma mi brazo con violencia... lo presiona, no me puedo zafar, es más fuerte que yo. Lo veo, es un hombre y sé lo que quiere, sé a dónde me va a llevar y para qué. Sin darme cuenta estoy caminando sobre los maderos podridos que componen el muelle, estoy casi al final. Ese hombre me arrastró hasta aquí y no sé qué es peor, si sus sucias intenciones o lo que pasará, porque yo sé qué pasará. Él pretende que yo entre en el gran barco de dos pisos cuyo segundo piso está sostenido por cuatro maderos que quitaron del muelle. No lo haré... sobreviene la angustia, la desesperación. Veo cómo se trozan los maderos que sostenían el segundo piso... el barco hecho pedazos crea un vórtice con el agua negra que se lleva también al débil muelle. Yo, libre de la mano de mi opresor, corro hacia la costa con todas mis fuerzas, siento que mis pulmones ya no pueden más, me duele el pecho pero sigo corriendo... no hay otro lugar adonde ir, ni otra dirección que tomar. Deseo conservar esta vida pobre y fatigosa, pero miro al piso y en realidad no me muevo, el muelle se hace pedazos, se hunde, y yo con él.
De nuevo en casa; le pregunté si la angustia fue real... me dice que yo conozco la respuesta; sé lo que todos dicen pero no estoy segura de conocer la respuesta y eso me atormenta. Prefiero mirar el mar, es lo único que en este torbellino parece real y me tranquiliza. Ya en la almohada cierro los ojos... dicen ellos que para descansar, pero a mí no me lo parece.
En la mañana otro día lluvioso. ¡Qué fastidio!, ¿acaso no hay nada más en el arsenal del clima? Ni modo, así son las cosas. Lo bueno de hoy es que voy a la escuela, no sé exactamente a cuál, pero voy. Desde lejos ya veo las lonas que pusieron en los jardines, seguro hay un festival del que no fui informada con anticipación. Camino para obtener respuestas y llego a las puertas de una camioneta estacionada en un pasillo. Siento curiosidad, ¿qué hace una camioneta en un pasillo de escuela?
La abro. Adentro hay dos mujeres peleando frente al taburete que está al pie de la cama. Sus voces resuenan en mis oídos pero las luces refulgentes de las dos enormes velas roban mi atención, así que no las escucho. ¡Qué bonitos colores!: Azul y rojo, la luz hace que la superficie fina de la cera brille con más intensidad que de costumbre. Entro... desde cerca puedo ver a las mujeres, sus rostros me son tan conocidos, ¿quiénes son?, yo lo se... esas facciones, ese furor, gritan y lloran como... sí, yo lo sé, pero no quiero saberlo; salgo aterrada, corro y salto para salir por las lonas agujereadas, quiero escapar, pero no puedo, ni siquiera alcanzo a dar un miserable brinco, ¿cómo podré levantar el vuelo? Una niña lo hace, brinca alto y llega al cielo, ¿cómo lo hace? Sus bucles se mueven con gracia en el aire y me sonríe. Me acerco a ella y le digo que yo también puedo hacerlo, pero sólo en mis sueños. Me mira extrañada -¿por qué me dices eso?- me dice, -para que lo sepas- le respondo. Quise ser ella. En realidad, era ella, pero sólo de nombre; había crecido y había dejado de ser ella.
En casa pienso en la niña, ¿por qué estaba ahí?, no lo sabía, en realidad no sabía la causa de nada. Y de nuevo a dormir; mi sueño fue intranquilo... mis sueños siempre son intranquilos. La vigilia es peor.
No recuerdo en dónde me encuentro con él, yo no quiero, no de esta manera. En la mañana me siento feliz; en el lobby del hotel hay una mesa con muchos dulces y me permiten tomar todos los que desee. Desde que me levanté he pasado el tiempo aquí, probando todos. Aquí tengo la convicción de que lo amo, he probado sus labios y su alma, siento eso que mamá siempre aseguró que nunca sentiría... ¿a quién le importa lo que dicen los mayores?, ellos niegan la existencia de cualquier cosa que no hayan visto y jamás consideran la posibilidad de una excepción. Esta vez lo que siento es real... no lo puedo asegurar, pero puedo creer que así es, y si yo lo creo, entonces así es. Y pienso secretamente: "no te engañes".
Esta noche duermo en su pecho. Un nuevo día, abro los ojos:

Incertum vigilans ac somno languida movi
Thesea prensuras semisupina manus:
nullus erat. Referoque manus iterumque retempto
perque torum moveo bracchia: nullus erat.
Siento una opresión en el pecho, mi estómago se revuelve, mis pupilas se dilatan y de pronto el mar agitado está dentro de mí; no puedo sentarme, no puedo acostarme, no puedo permanecer de pie, me lanzo al piso... ¡está frío!, algo estalla, yo ardo, las lágrimas calientan mi rostro, salen una tras otra, no las puedo controlar y me pregunto por qué lo ha hecho... ¡No quiero saberlo! Sólo quiero dejar esta muerte...
Camino en la lluvia, mis lágrimas saladas se mezclan con el agua del cielo, en mi cabeza los pensamientos revolotean como abejas, hacen mucho ruido pero todos son inútiles, ninguno es sensato, lo sé, y sin embargo no logro detenterlos. Entro en casa. Hoy no quiero hablar con nadie, no quiero hacer preguntas; guando la sensación para mí, no creo que mamá quiera saber de esto, si no, no hubiera interrumpido sus sueños hace años. A mamá no le gustaba sentir, una vez me dijo que la vida humana debe ser miserable, que esas criaturas no tienen por qué estar en el mundo, que su furor las destruye y ni siquiera se dan cuenta, que a lo que llaman amor es sólo su perdición. Dice que sienten intensamente y a pesar de eso pasan la vida tratando de sentir más y más y más y su pequeña alma no soporta tanto. Su vejez es sólo recordar lo que sintieron en el pasado.
Ella miente. La vida de esas criaturas no puede ser peor que la mía. Yo no sé qué de todo lo que vivo es real. Vivo en un mundo de ilusiones y sólo veo pasar el tiempo. Nunca hay avance, los sueños siempre son diferentes, siempre estoy sola, vivo las peores atrocidades y ni siquiera son reales. Y aún esas atrocidades, deseo que continúen con tal de sentir ALGO, lo que sea, pero no quiero estar muerta... ¡NO QUIERO ESTAR MUERTA!, y seguiré soñando y haciéndo mis sueños realidad el tiempo que sea necesario, porque sé que sí es posible, algo me dice que sí puedo sentir, que soy diferente a ellos y no me van a arrastrar a su tumba.
En la ventana el mar está tranquilo, el agua azul intenso va y viene suavemente. Afuera no hay ruido, el lobo gris que a veces me mira con recelo está en su guarida descansando. Permanezco despierta un buen rato para conservar los restos del dolor... ya se va, no puedo hacer nada para traerlo de vuelta, quiero volver a sentir. Caigo dormida... llorar siempre me da sueño.
Despierto. No quiero abrir los ojos, hoy no habrá nada, no soñé nada, la noche sucedió como un instante negro, un rayo, menos que un rayo... ninguna imagen en mi cabeza, ningún lugar a donde ir, ahora sólo queda mi habitación. Aún con los ojos cerrados, percibo el dulce olor a hierba mojada que se cuela por la ventana, seguro llovió toda la noche sin que yo pudiera darme cuenta; esta mañana ya no escucho lluvia... mis ojos se abren despacio, veo apenas un poco a través de mis pestañas, las siluetas en el techo se hacen cada vez más claras... ¿por qué están todos en mi techo?, ¿por qué se detienen del yeso con esas garras horrendas?, ¿por qué tienen ese color tan pálido?, y ¿por qué me miran con fascinación y repulsión a la vez? Son ellos, mamá está hasta el fondo de la habitación, creo que trata de ocultarse; jamás había puesto atención en sus garras, comenzaron a salirle cuando dejó de soñar, pero no me había percatado de cuán avanzado estaba su crecimiento. Sí, ¡son ellos!, lo recuerdo... cuando aún era una cría se reunían así alrededor de los humanos mientras dormían y así los miraban... aún tengo una pregunta: ¿por qué hacen lo mismo conmigo?

miércoles, 12 de mayo de 2010

"La muerte sabe amarga porque es nacimiento..."

Los griegos y Emil Sinclair conocían eso que todos presentimos... que todos deseamos en algún momento de nuestra vida (o quizá toda la vida) y que también desdeñamos a veces huyendo aterrados por la idea. Ya lo sentía Emil cuando comenzaba a salir del mundo claro para entrar a ese mundo oscuro y pútrido, no por eso despreciable: Descubrí el gusto de la muerte; y la muerte sabe amarga porque es nacimiento, porque es miedo e incertidumbre ante una aterradora renovación. Los griegos también lo sabían, Dioniso es testigo de esto, él es la cara de la muerte aterradora y violenta que lleva a una nueva vida llena de vid, leche y miel. Aunque pensandolo bien, la vid, la leche y la miel no se oponen a la muerte aterradora, son parte de ella, Emil lo sabe... la disfruta, porque la muerte es un éxtasis. No hay vida sin muerte, por eso todo el que no reconoce a Dioniso es destruido por completo. Morir da miedo; a veces abrazo la muerte con toda la dulzura del chocolate, me tiro al suelo y dejo libre a mi cuerpo para que ella haga de mí lo que quiera... siento dolor, pero eso sólo aumenta el éxtasis. Sin embargo hace poco fui una cobarde, porque sólo un cobarde no es capaz de entregarse a la muerte; huí por bastante tiempo de ella y aún la veo con recelo, sin embargo he comprendido que ya me tiene en sus manos, me toca despacio y violentamente a la vez, duerme conmigo, me dice cosas en sueños... me ha sacado una leve sonrisa.