jueves, 13 de mayo de 2010

Sentir

Y ahí está, la gotera de todos los días en la ventana; afuera llueve y yo no puedo salir, dicen que me enfermo, todos los días lo dicen... no lo sé, nunca lo he comprobado. Además ellos dicen muchas cosas, y no sé si creerlas todas. Paso el día con la frente pegada a la ventana, miro hacia afuera y sólo veo lluvia y el mar agitado. A veces está tranquilo, se porta piadoso con mi mente que ya de por sí es tormentosa. Otras veces embiste las rocas violentamente y el sonido... el sonido..., no lo sé, me destruye pero también me tranquiliza, me hace pensar que está vivo y que yo también lo estoy.
A veces pienso en dibujar algo, como los humanos; hay papel y crayones en el escritorio en el que me siento a contemplar por la ventana y a ratos los tomo y visualizo algo en mi mente, pero sólo logro imágenes borrosas. Los suelto. Jamás dibujaré nada.
En las tardes entra ella y me dice que me ama pero yo sé que no es verdad, no es posible, tendría que ser humana para poder hacerlo. Lo mejor es mirar el mar; es inmenso y me aterra, desde que tengo memoria.
Anochece... la luna brilla a lo lejos y recuerdo ese día que estuve sola a orillas del despeñadero, quería ver el color rojizo del mármol. No pude, el mar subió y me tragaron sus aguas; me ahogué. Mejor dormir o no habrá día de mañana.
Otro día lluvioso, salgo hacia el gran lago de aguas negras y aquí estoy, parada en la orilla. Sólo hay un lado con costa, todo lo demás es la inmensidad del horizonte. Hace mucho viento y ya está atardeciendo; el cielo se ve rojo intenso. Estoy sola, hay mucha gente, mucha, pero estoy sola. Desde aquí puedo ver el muelle, los maderos están casi podridos y me sorprende que aún exista siendo tan largo y tan angosto y teniendo ningún soporte.
De pronto siento una mano que toma mi brazo con violencia... lo presiona, no me puedo zafar, es más fuerte que yo. Lo veo, es un hombre y sé lo que quiere, sé a dónde me va a llevar y para qué. Sin darme cuenta estoy caminando sobre los maderos podridos que componen el muelle, estoy casi al final. Ese hombre me arrastró hasta aquí y no sé qué es peor, si sus sucias intenciones o lo que pasará, porque yo sé qué pasará. Él pretende que yo entre en el gran barco de dos pisos cuyo segundo piso está sostenido por cuatro maderos que quitaron del muelle. No lo haré... sobreviene la angustia, la desesperación. Veo cómo se trozan los maderos que sostenían el segundo piso... el barco hecho pedazos crea un vórtice con el agua negra que se lleva también al débil muelle. Yo, libre de la mano de mi opresor, corro hacia la costa con todas mis fuerzas, siento que mis pulmones ya no pueden más, me duele el pecho pero sigo corriendo... no hay otro lugar adonde ir, ni otra dirección que tomar. Deseo conservar esta vida pobre y fatigosa, pero miro al piso y en realidad no me muevo, el muelle se hace pedazos, se hunde, y yo con él.
De nuevo en casa; le pregunté si la angustia fue real... me dice que yo conozco la respuesta; sé lo que todos dicen pero no estoy segura de conocer la respuesta y eso me atormenta. Prefiero mirar el mar, es lo único que en este torbellino parece real y me tranquiliza. Ya en la almohada cierro los ojos... dicen ellos que para descansar, pero a mí no me lo parece.
En la mañana otro día lluvioso. ¡Qué fastidio!, ¿acaso no hay nada más en el arsenal del clima? Ni modo, así son las cosas. Lo bueno de hoy es que voy a la escuela, no sé exactamente a cuál, pero voy. Desde lejos ya veo las lonas que pusieron en los jardines, seguro hay un festival del que no fui informada con anticipación. Camino para obtener respuestas y llego a las puertas de una camioneta estacionada en un pasillo. Siento curiosidad, ¿qué hace una camioneta en un pasillo de escuela?
La abro. Adentro hay dos mujeres peleando frente al taburete que está al pie de la cama. Sus voces resuenan en mis oídos pero las luces refulgentes de las dos enormes velas roban mi atención, así que no las escucho. ¡Qué bonitos colores!: Azul y rojo, la luz hace que la superficie fina de la cera brille con más intensidad que de costumbre. Entro... desde cerca puedo ver a las mujeres, sus rostros me son tan conocidos, ¿quiénes son?, yo lo se... esas facciones, ese furor, gritan y lloran como... sí, yo lo sé, pero no quiero saberlo; salgo aterrada, corro y salto para salir por las lonas agujereadas, quiero escapar, pero no puedo, ni siquiera alcanzo a dar un miserable brinco, ¿cómo podré levantar el vuelo? Una niña lo hace, brinca alto y llega al cielo, ¿cómo lo hace? Sus bucles se mueven con gracia en el aire y me sonríe. Me acerco a ella y le digo que yo también puedo hacerlo, pero sólo en mis sueños. Me mira extrañada -¿por qué me dices eso?- me dice, -para que lo sepas- le respondo. Quise ser ella. En realidad, era ella, pero sólo de nombre; había crecido y había dejado de ser ella.
En casa pienso en la niña, ¿por qué estaba ahí?, no lo sabía, en realidad no sabía la causa de nada. Y de nuevo a dormir; mi sueño fue intranquilo... mis sueños siempre son intranquilos. La vigilia es peor.
No recuerdo en dónde me encuentro con él, yo no quiero, no de esta manera. En la mañana me siento feliz; en el lobby del hotel hay una mesa con muchos dulces y me permiten tomar todos los que desee. Desde que me levanté he pasado el tiempo aquí, probando todos. Aquí tengo la convicción de que lo amo, he probado sus labios y su alma, siento eso que mamá siempre aseguró que nunca sentiría... ¿a quién le importa lo que dicen los mayores?, ellos niegan la existencia de cualquier cosa que no hayan visto y jamás consideran la posibilidad de una excepción. Esta vez lo que siento es real... no lo puedo asegurar, pero puedo creer que así es, y si yo lo creo, entonces así es. Y pienso secretamente: "no te engañes".
Esta noche duermo en su pecho. Un nuevo día, abro los ojos:

Incertum vigilans ac somno languida movi
Thesea prensuras semisupina manus:
nullus erat. Referoque manus iterumque retempto
perque torum moveo bracchia: nullus erat.
Siento una opresión en el pecho, mi estómago se revuelve, mis pupilas se dilatan y de pronto el mar agitado está dentro de mí; no puedo sentarme, no puedo acostarme, no puedo permanecer de pie, me lanzo al piso... ¡está frío!, algo estalla, yo ardo, las lágrimas calientan mi rostro, salen una tras otra, no las puedo controlar y me pregunto por qué lo ha hecho... ¡No quiero saberlo! Sólo quiero dejar esta muerte...
Camino en la lluvia, mis lágrimas saladas se mezclan con el agua del cielo, en mi cabeza los pensamientos revolotean como abejas, hacen mucho ruido pero todos son inútiles, ninguno es sensato, lo sé, y sin embargo no logro detenterlos. Entro en casa. Hoy no quiero hablar con nadie, no quiero hacer preguntas; guando la sensación para mí, no creo que mamá quiera saber de esto, si no, no hubiera interrumpido sus sueños hace años. A mamá no le gustaba sentir, una vez me dijo que la vida humana debe ser miserable, que esas criaturas no tienen por qué estar en el mundo, que su furor las destruye y ni siquiera se dan cuenta, que a lo que llaman amor es sólo su perdición. Dice que sienten intensamente y a pesar de eso pasan la vida tratando de sentir más y más y más y su pequeña alma no soporta tanto. Su vejez es sólo recordar lo que sintieron en el pasado.
Ella miente. La vida de esas criaturas no puede ser peor que la mía. Yo no sé qué de todo lo que vivo es real. Vivo en un mundo de ilusiones y sólo veo pasar el tiempo. Nunca hay avance, los sueños siempre son diferentes, siempre estoy sola, vivo las peores atrocidades y ni siquiera son reales. Y aún esas atrocidades, deseo que continúen con tal de sentir ALGO, lo que sea, pero no quiero estar muerta... ¡NO QUIERO ESTAR MUERTA!, y seguiré soñando y haciéndo mis sueños realidad el tiempo que sea necesario, porque sé que sí es posible, algo me dice que sí puedo sentir, que soy diferente a ellos y no me van a arrastrar a su tumba.
En la ventana el mar está tranquilo, el agua azul intenso va y viene suavemente. Afuera no hay ruido, el lobo gris que a veces me mira con recelo está en su guarida descansando. Permanezco despierta un buen rato para conservar los restos del dolor... ya se va, no puedo hacer nada para traerlo de vuelta, quiero volver a sentir. Caigo dormida... llorar siempre me da sueño.
Despierto. No quiero abrir los ojos, hoy no habrá nada, no soñé nada, la noche sucedió como un instante negro, un rayo, menos que un rayo... ninguna imagen en mi cabeza, ningún lugar a donde ir, ahora sólo queda mi habitación. Aún con los ojos cerrados, percibo el dulce olor a hierba mojada que se cuela por la ventana, seguro llovió toda la noche sin que yo pudiera darme cuenta; esta mañana ya no escucho lluvia... mis ojos se abren despacio, veo apenas un poco a través de mis pestañas, las siluetas en el techo se hacen cada vez más claras... ¿por qué están todos en mi techo?, ¿por qué se detienen del yeso con esas garras horrendas?, ¿por qué tienen ese color tan pálido?, y ¿por qué me miran con fascinación y repulsión a la vez? Son ellos, mamá está hasta el fondo de la habitación, creo que trata de ocultarse; jamás había puesto atención en sus garras, comenzaron a salirle cuando dejó de soñar, pero no me había percatado de cuán avanzado estaba su crecimiento. Sí, ¡son ellos!, lo recuerdo... cuando aún era una cría se reunían así alrededor de los humanos mientras dormían y así los miraban... aún tengo una pregunta: ¿por qué hacen lo mismo conmigo?

1 comentario:

  1. Había dejado un comentario aqui, no sé porque no está... lo malo es que no recuerdo que decía. Ni modo. c'est la vie

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