lunes, 21 de febrero de 2011

Luna, amico Lupo.

De pronto me encontré en una situación vergonzosa. Te extrañé por la tarde, toda la tarde; extrañé jugar contigo, caminar en silencio, caminar riendo, extrañé las explicaciones que profieres en tono docto y paternal, tus ojos sonrientes, tus ojos profundos, tu sutil manera de extrañarme y no mostrarlo, tu sutil manera de no extrañarme y no mostrarlo. Qué decir, extrañé todo, todo de ti, todo a ti, y una nostalgia se internó en mi corazón, una nostalgia que ya no desea llevar el tiempo atrás. Eres nocturno, eso lo sé, por eso no reparé en llamarte. Quizá lo arruiné, arruiné tu sueño, y me avergoncé por eso, colgué como adolescente que llama a un desconocido al que ama en secreto. Lo siento, también sé que los teléfonos no te gustan, y tanta razón tienes; quizá mi llamada inicial te había llegado en forma de sueño, quizá sólo el buen deseo de que estuvieras bien, pero lo arruiné con la segunda llamada. Te quiero, lo sabes. Dulces sueños, amigo lobo.

1 comentario:

  1. No sé, los lobos generalmente no duermen de noche, pero a veces sí... Yo los he visto, cazan de noche, bajo el amparo de la luna, generalmente andan en manadas y le cantan a la luna llena. Pero a veces, algún lobo estepario, o algún lobo mexicano, anda solitario, y cuando se ha quedado sin alimento, no puede más que dormir para tratar de aplacar el hambre. Eso es lo que creo de los lobos.

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