lunes, 1 de febrero de 2021

Encuentro

 Soñé que te encontraba. Eras el único que inspiraba confianza entre todos los rostros embusteros del salón. Estabas tranquilo, respondías con cortesía los saludos de los colegas y después volteabas a observar el mundo, tu mundo, con el que siempre te maravillas y me maravillas.

La visión de ti me devolvió el espíritu, que siempre sale de mí cuando emprendo algún proyecto nuevo, grande o pequeño. Tus ojos se detuvieron en los míos y sonreíste. Moviste tu mochila de tu lado para que pudiera sentarme junto a ti. Conversación trivial nos acompañó hasta el comienzo del curso. 

La instructora, "eminente" señora, funcionaria, inició: "en este curso vamos a aprender a bendecirnos...". Tú y yo nos miramos, sabíamos que estar ahí era una pérdida de tiempo. No podíamos hablar, pero yo sabía lo que había en tu mente "¿qué estamos haciendo aquí? nuestro presente, nuestro futuro, se están escapando ¿EN ESTO?"

Tu mano me indicó la retirada. Salimos a prisa del edificio y cruzamos la reja. Reíamos a carcajadas por lo descabellado de la situación que acabábamos de presenciar.

Afuera calentaba levemente el sol y un viento ligero refrescaba.

Sentados en la banqueta, comimos galletas con ajonjolí. 

Tú eras el de siempre: dulce, libre, apacible. 

Yo, en ese preciso instante, era feliz.

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